sábado, 28 de abril de 2018

Buenos días tenga usted

Esta mañana he vivido un hecho insólito en el autobús (voy a sumar este medio de transporte a mis lugares de inspiración, junto a la ducha y las cafeterías 😋)

Un señor ha subido y al sentarse al lado de una mujer totalmente desconocida le ha dicho:  

"¡Buenos días!"

Así, con exclamaciones incluidas, con brío y "rasmia" como decimos en Zaragoza y con una sonrisa de oreja a oreja.

No he visto la expresión de la señora ante tan inesperadas palabras porque estaba justo detrás de mi, pero estoy segura de que, como dice en sus conferencias Víctor Küppers, la señora ha puesto cara de susto y de "quequerraestehombredemi" mientras agarraba más fuerte el bolso.

Y es que no estamos acostumbrados a la buena educación. Se nos han olvidado algunas normas básicas que no cuesta nada practicar y que nos pueden hacer el día más agradable. Y de tanto que sorprende resulta amenazador.

Porque ya no existen ni las típicas conversaciones de ascensor de antaño, de toda la vida:

-"Parece que va a llover..."
-"Pues sí, y yo con la ropa tendida"
-"Claro, si es que anunciaban tarde de sol"
-"Esto es lo del cambio climático ese, que ha vuelto el tiempo loco"
-"Y tanto, ya no sabes ni qué ponerte hija mía"

Y así hasta llegar al piso en el que uno de los dos se bajaba y tú podías continuar con tu vida con la sensación de haber salvado un momento incómodo con bastante soltura.

Pero oye al menos hacíamos un paripé educado. Nos comunicábamos. Nos mirábamos. Nos teníamos en cuenta.

Ahora ese momento ascensor es más o menos tal que así:

sábado, 14 de abril de 2018

Mens sana in corpore sano

Recientemente he vuelto a recuperar mi pasión por el deporte...

SILENCIO SEGUIDO DE CARCAJADAS


Vale, los que me conocéis os estáis partiendo de risa pero yo creo que tampoco hay que ofender con tanta exageración 😤

No soy una gran deportista, eso es un hecho. Como me dijo una amiga cuando éramos adolescentes en un alarde de sinceridad: 

"Hombre, la verdad es que eres un poco negada para los deportes"

Y ahí se acabó mi meteórica carrera hacia los juegos olímpicos.

Bueno para ser realistas... la frase es verídica pero no me afectó más allá de herir un poco mi orgullo.

Porque es verdad que si intento correr más de 100 m a mi me entra flato.